martes, 22 de marzo de 2011

Organistas

Órgano de la Iglesia de Santo Tomás, de Leipzig
Hace unos días volví a escuchar la Novena Sinfonía de Anton Bruckner, después de bastante tiempo sin hacerlo. Y elegí la primera grabación que hizo de ella Eugen Jochum con la Orquesta de la Radiodifusión de Baviera, en noviembre de 1954, para la 'Deutsche Grammophon'. Jochum es, con Celibidache, el director que, a mi juicio, mejor ha comprendido el monumental universo sonoro de Bruckner. Y en ello tiene mucho que ver que los dos, compositor y director, fueran organistas y fervorosos católicos.

La Novena Sinfonía de Bruckner, en Re menor, está inacabada pero no por ello deja de ser una obra casi perfecta y de un impacto emocional indudable. Está dedicada 'Dem lieben Gott'  -'al querido Dios' -, tardó en componerla nueve largos años y su tercer movimiento, - Langsam, feierlich; es decir: Despacio, solemne-, es una de las músicas más sobrecogedoras de toda la historia. El emotivo 'adios a la vida' de un hombre imbuído de un profundo espíritu religioso que está omnipresente en todas sus obras. Incluso en los silencios que pueden escucharse gracias a los calderones que salpican todas sus partituras.

El otro día, al final inconcluso del adagio sinfónico más bonito que conozco, y conozco muchos, siguió una tocata de Bach, otro organista, y en la distancia cronológica que separa a los dos compositores alemanes, las dos partituras parecían completarse formando parte de una  'Summa Teológica musical'. Y recordé que Eugenio Trías considera que toda la obra de Bach está presidida por la armonía preestablecida de Leibniz y gira en torno a los grandes interrogantes relativos al hombre, al universo y a Dios. Si Bach ha sido el más grande de todos los músicos, Bruckner nos permite adivinar la eternidad.

9 comentarios:

Elena dijo...

La novena sinfonía de Bruckner creo que nunca la he escuchado, recién llegada a Ginebra estuve en un concierto en el que Zubin Mehta dirigía la octava y casi me duermo, no debería decirlo, pero es que fue lo que pasó y como mi marido no hacía más que darme codazos, porque íbamos con mis suegros, no creo que me olvide nunca.

Ana dijo...

¿En el Victoria hall? porque en esa sala de conciertos yo me quedé profundamente dormida en un concierto de Lieder de Schubert, casi, casi en el hombro de una señora suiza de las de media melena y diadema de terciopelo a juego con la chaquetita de Chanel que no le cuento la mirada fulminante que me regaló cuando volví en mí.

¿Se puede hacer aquí un off topic de maletas?;-)

T dijo...

NO.

La Octava es pelín plúmbea. Y Mehta mucho más. No me extraña que casi te durmieses, Elena.

Lourdes dijo...

No soy en experta en música y mucho menos en Bruckner, tampoco en Bach, por mucho que me guste; nunca se me hubiera ocurrido asociarlos de tan diferentes como me parecen, pero voy a probar a escucharlos uno detrás del otro y ya te contaré lo que me parece.

Carmen J. dijo...

Lástima por el off topic, seguro que tiene miga.

Anónimo dijo...

"...una señora suiza de las de media melena y diadema de terciopelo a juego con la chaquetita de Chanel..."

Quiero una mujer de esas. Y la quiero ya.


Sirwood

T dijo...

No esperaba menos de usted, Sir.

Elena dijo...

Ana, no había leído lo de la señora suiza de media melena, con diadema de terciopelo a juego con la chaquetita de Chanel. Las has clavado, conozco a unas cuantas, por no hablar de mi señora suegra que también está en el tipo.

Elena dijo...

Cuando quieras te presento un par de ellas para que elijas, Sirwood. Aunque tendrás que venir a Ginebra.