Ricardo III, de Shakespeare, se inicia con una de esas frases redondas que distinguen a los grandes escritores: 'Ahora el invierno de nuestro descontento se vuelve verano....', una frase que siglos más tarde, en 1961, John Steinbeck utilizó para titular una de sus novelas. En ella, el Nobel de los Estados Unidos, siempre moralizante, describe con desilusión una sociedad que ha perdido sus principios y que está cada vez más descompuesta porque ha perdido el rumbo.
El miércoles, los españoles despertamos del sueño ilusorio en el que llevábamos años instalados y nos dimos de bruces con la realidad. En horas veinticuatro, el mismo tiempo en el que las obras de Lope de Vega pasaban de las musas al teatro, lo que era blanco pasó a ser negro y lo que nunca se iba a tocar - las pensiones, el gasto social, el sueldo de los sufridos funcionarios y bla, bla, bla, bla... - fue el único recurso que encontró un presidente de gobierno más desnortado que el protagonista de la novela de Steinbeck.
Recuerdo ahora, con melancolía, unas pomposas declaraciones de la secretaria de organización del partido que sostiene al presidente que nos desgobierna. Pues bien, el encuentro planetario al que ella aludía, arrobada, tuvo lugar la noche del martes; eso sí, por teléfono y en términos contundentes y perentorios. Al día siguiente, el hombre del optimismo antropológico se presentó en las Cortes y anunció el mayor recorte social que gobierno alguno ha perpetrado en España, desde 1977. Ése con el que en cada campaña electoral asustaban a pensionistas y desinformados diciéndoles que lo llevaría a cabo la oposición si ellos no ganaban. En un triple salto mortal, propio de un circo de tres pistas, se hizo una moción de censura a sí mismo.
Definitivamente, este mayo frío y lluvioso será ya el de nuestro descontento, pero no veo a ningún hijo de York con el temple imprescindible para sacarnos de él.
viernes, 14 de mayo de 2010
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10 comentarios:
Por seguir con ingleses, nos pide sangre, sudor y lágrimas pero bien podía dimitir, ha demostrado sobradamente que no sabe ni donde tiene la mano izquierda.
Para ZP el mes más cruel va a ser mayo pero todo puede empeorar.
Yo me voy a estar calladita. O eso es lo que me recomienda la Pajín, a fin de cuentas, según ellas, tener empleo estable no nos da derecho a la queja.
Ni siquierea cuando los desmanes adquieren proporciones épicas como estos.
Hoy el ABC trae en portada una foto en la que parece un auténtico zombie, de verdad que mete miedo.
¡Anda! ¿y yo por qué salgo como anónimo comunicante si firmé con mi nombre?. Teresa haz el favor de llamar al orden a tus blogeros.
¿Estás segura de que pusiste tu nombre?
El Señor me libre de defender a estos papanatas e indeseables, pero si la alternativa es el el partido de la oposición y un periódico que sigue oliendo a pasado, casi me da por votarlos... No, no, quita, ni por eso los votaría... Abrazos.
¿A qué periódico te refieres?
Al ABC, claro. Oye, y el rumano no es tan parecido al castellano, de veras. Di un curso de iniciación, y es bastante más complicado de lo que parece. Besos.
A mí el ABC no me huele a pasado, me huele a antiguo, que no es lo mismo que viejo y a tradicional, lo que para mí es un mérito. Sus 'terceras' siempre han sido de lo mejor del periodismo español y puede presumir de tener entre quienes las escriben, y escribieron, a personas de todas las ideologías. Siempre les recuerdo a algunos de mis sobrinos, muy jóvenes, que Alberti o Paco Rabal, por ejemplo, publicaban en ABC. Su hemeroteca es, en ese sentido, un espantaprejuicios bastante eficaz.
Desde luego lo prefiero de lejos a otros periódicos mucho más modernos en los que veo más amarillismo y sensacionalismo que otra cosa, por ejemplo El Mundo y Público.
Yo los leo todos por obligación, tengo esa cruz, pero por gusto leo ABC y algunas secciones de EL PAÍS que fue mucho mejor periódico de lo que lo es a día de hoy.
En cuanto al rumano, le encuentro muchas similitudes con el español y a los que trato ahora mismo, les entiendo bastante bien.
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