Históricamente, la espera no ha dejado de guiar, como una antorcha, los progresos de nuestra fe. El Mesías no se dejó ver y tocar sino para perderse de nuevo, más luminoso y más inefable, en las profundidades del futuro. Vino pero ahora debemos esperarle de nuevo, no ya un grupo elegido sino todos los hombres y más que nunca.
Teilhard de Chardin, SJ
Teilhard de Chardin, SJ
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