jueves, 28 de febrero de 2008

Tosca (I)

El 14 de enero de 1900, en el Teatro Constanzi de Roma, se estrenó la ópera de Giacomo Puccini, Tosca. El libro fue escrito por Fabio Luigi Illica y Giuseppe Giacosa, basándose en la obra teatral de Victorien Sardou 'La Tosca', que había sido estrenada por Sarah Bernhardt en el Teatro de la Porte de Saint - Martin de París en 1887.

Tosca no tuvo unos comienzos fáciles y parecía destinada, mas que al éxito que le ha acompañado después, al fracaso más rotundo. Desde que el compositor italiano tuvo en la cabeza 'su Tosca', fueron apareciendo, una tras otra, todas las adversidades imaginables; de las dificultades para conseguir los derechos de la obra teatral, a los rocambolescos acontecimientos que rodearon su estreno, todo hacía suponer que la ópera estaba gafada. Puccini había presenciado la obra de teatro de Sardou en el Teatro de los Filodramáticos de Milán en la primavera de 1889 y desde ese momento quiso hacer una versión operística. Se sintió tan fascinado por el drama que el 7 de mayo de ese mismo año escribio a su editor, Giulio Ricordi, diciéndole: '... pienso en Tosca. Le suplico que haga lo necesario para obtener el permiso de Sardou, antes de abandonar la idea, cosa que me dolería muchísimo, pues en esa Tosca veo la ópera que necesito... ' Fue, sin duda, un amor a primera vista.

Y la tarea no fue sencilla porque Sardou puso muchas dificultades, pero finalmente Ricordi consiguió los derechos, aunque no para Puccini sino para otro compositor llamado Alberto Franchetti, que había compuesto para la Casa Ricordi dos óperas de éxito, una de ellas dedicada a Cristobal Colón, y de las que no se ha vuelto a tener noticia en escenario alguno. No están muy claros los motivos que llevaron al editor a no conseguir los derechos para Puccini, pero éste ante las dificultades presentadas, abandonó temporalmente la idea. Una vez que terminó, y estrenó, La Boheme y Manon Lescaut, acarició la idea de escribir una opera basada en la Revolución Francesa y Maria Antonieta y esta intención hizo renacer su interés por Tosca de la que finalmente consiguió los derechos, previa renuncia a los mismos de Franchetti, en 1895.

Puccini comenzó a trabajar en Tosca en el verano de 1896 y entonces fueron los libretistas los que empezaron a plantear problemas, ya que consideraban la trama excesivamente violenta para los gustos del público: ee trataba de una mujer que primero era objeto de un acoso sexual, después mataba sin escrúpulos y terminaba suicidándose. Y todo ello en un entorno de intrigas políticas, escenas de tortura y muerte, pasiones arrebatadoras y ambiciones desmedidas. Demasiadas dosis de "realismo", incluso para los más fervientes veristas. Además, Giacosa, aunque hoy nos parezca increíble, no confiaba en la credibilidad dramatúrgica de Scarpia y en una carta al compositor afirmaba: '... me parece que terminar el acto primero con un monólogo y comenzar el segundo igualmente con un monólogo, y del mismo personaje, es cosa un poco monótona. Sin contar que ese Scarpia, que pierde el tiempo describiéndose a sí mismo es absurdo... Pongo manos a la obra, pero declino cualquier responsabilidad '.

Ricordi tampoco se privó de manifestar sus dudas, y cuando recibió la ópera escribió a Puccini lo siguiente: 'Con el corazón sobresaltado, es cierto, pero con plena franqueza y conciencia tengo el valor de decirle que el acto tercero de Tosca, tal como está, me parece un grave error de concepción y de factura... que anularía la potentísima emoción que ciertamente suscita el acto segundo ¡¡ verdadera obra maestra de eficacia y expresión trágica!!'. Y confieso que aunque nos hubiésemos visto privados de una de las arias para tenor más famosas y bellas de la historia de la ópera, el celebérrimo 'Adiós a la vida'; Ricordi no dejaba de tener parte de razón. La maravillosa escena en la que Tosca, después de haberlo asesinado, prepara con todo detalle el cadáver de Scarpia para un imaginario velatorio y afirma mirándolo con desprecio, '... e avanti a lui tremava tutta Roma!' ( Y ante él temblaba toda Roma!), merece ser el final de la ópera. Si además, la soprano se llama María Callas, no cabe imaginar un final más redondo que ése.

Pese a todo y a todos, Puccini terminó su ópera y se dispuso a estrenarla en Roma. Para ello contó, en su papel principal, con la soprano rumana Hariclée Darclée quien, según las crónicas de la época, tenía una voz nada excepcional pero de gran belleza y, sobre todo, era una magnífica actriz que, además, tuvo el acierto de crear un personaje muy cercano al que había representado la Bernhardt. Los italianos Emilio de Morchi, en el papel de Mario Cavaradossi y Eugenio Giraldoni, interpretando al Barón Scarpia, completaban el trío protagonista. De la dirección escénica se ocupó Tito Ricordi y la escenografía se encargó a Von Hohenstein, persona muy vinculada al Teatro alla Scala de Milán, y cuya elección fue considerada por los romanos como una auténtica afrenta. Leopoldo Mugnone fue el director musical.

Los días previos al estreno, se difundió el rumor de que se estaban formando en Roma 'movimientos anti - Tosca' y algunos de los cantantes afirmaron haber recibido amenazas. Para terminar de alimentar el gafe, media hora antes de levantarse el telón, un funcionario de la Seguridad Pública informó a los responsables del teatro acerca del peligro de un atentado en las localidades que ocuparían la Reina Margarita y altos miembros del Gobierno, entre ellos el Primer Ministro Pelloux. A Mugnone se le advirtió que al primer conato de desorden, suspendiese la ópera y atacase el Himno Nacional, lo que provocó que éste se dirigiese al atril presa del pánico porque no era la primera vez que se enfrentaba a una situación parecida. Años antes, mientras dirigía en Barcelona, se produjo un atentado en la sala que se saldó con la muerte de dos espectadores, así que su miedo estaba mas que justificado. Felizmente nada de esto ocurrió y Tosca superó el estreno con un gran éxito de público, recogido minuciosamente en La Gazzetta Musicale de Ricordi: 'Se repitieron las tres únicas arias de que consta la ópera - Recondita armonia, Vissi d'arte y E lucevan le stelle, así como el Te Deum que cierra el primer acto y el dúo final entre Tosca y Cavaradossi. Y hubo en toda la ópera nada menos que 21 llamadas al escenario a los cantantes para recibir el aplauso del público'.

La crítica, sin embargo, no se mostró tan entusiasta, si bien hay que señalar que fue el libro el que recibió los mayores 'palos'. Il Corriere della Sera, por ejemplo, afirmaba que Tosca tenía un argumento de reprobable vulgaridad. Pero como el público es el que manda, la crítica terminó por aceptar lo evidente, ya que la ópera se mantuvo en Roma veinte representaciones, se llevó por todos los teatros italianos y antes del verano los teatros no italianos más importantes ya se habían interesado por ella.

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