viernes, 27 de enero de 2012

Elogio del silencio


'El silencio es parte integrante de la comunicación y sin él no existen palabras con densidad de contenido. En el silencio escuchamos y nos conocemos mejor a nosotros mismos; nace y se profundiza el pensamiento, comprendemos con mayor claridad lo que queremos decir o lo que esperamos del otro; elegimos cómo expresarnos. Callando se permite hablar a la persona que tenemos delante, expresarse a sí misma; y a nosotros no permanecer aferrados sólo a nuestras palabras o ideas, sin una oportuna ponderación. Se abre así un espacio de escucha recíproca y se hace posible una relación humana más plena. En el silencio, por ejemplo, se acogen los momentos más auténticos de la comunicación entre los que se aman: la gestualidad, la expresión del rostro, el cuerpo como signos que manifiestan la persona. En el silencio hablan la alegría, las preocupaciones, el sufrimiento, que precisamente en él encuentran una forma de expresión particularmente intensa. Del silencio, por tanto, brota una comunicación más exigente todavía, que evoca la sensibilidad y la capacidad de escucha que a menudo desvela la medida y la naturaleza de las relaciones. Allí donde los mensajes y la información son abundantes, el silencio se hace esencial para discernir lo que es importante de lo que es inútil y superficial. Una profunda reflexión nos ayuda a descubrir la relación existente entre situaciones que a primera vista parecen desconectadas entre sí, a valorar y analizar los mensajes; esto hace que se puedan compartir opiniones sopesadas y pertinentes, originando un auténtico conocimiento compartido. Por esto, es necesario crear un ambiente propicio, casi una especie de “ecosistema” que sepa equilibrar silencio, palabra, imágenes y sonidos.'

Benedicto XVI
(Del mensaje para la Jornada de las Comunicaciones Sociales)

9 comentarios:

Carmen J. dijo...

Magnífico. Habla del silencio, pero sobre todo de la escucha, de la ponderación, del rechazo al ruido y al barullo, de la serenidad necesaria para el pensamiento.

También con la escritura se ordenan los pensamientos. Pero la escritura, por lo general, se ejercita en silencio.

Magnífico, T.

Ana dijo...

Estoy de acuerdo con Carmen en que la escritura se ejercita en silencio. Sí, pero ¿es aplicable eso a los que tienen una especie de adición compulsiva a las redes sociales y escriben, escriben y escriben en todo y para todo?

¿No hay mucho barullo mental en ello? ¿acaso el barullo mental no es una forma de ruido mucho más nociva que el provocado por agentes externos? porque escribir requiere reflexión y cuidado en las palabras mucho más que cuando hablas donde la espontaneidad, inmediatez y celeridad en la respuesta pueden ser la disculpa para el incorrecto uso del lenguaje ¿o no? la palabra escrita pesa más.

Cuando se habla sin sentido, abundantemente y sin mesura se habla de parloteo y cuando eso se hace escribiendo ¿cómo lo nombramos?

T dijo...

Lo de las redes sociales no me parece que pueda calificarse de escritura, Ana. Es una forma más de expresarse en la que, en efecto, hay mucho barullo pero se asemeja más a una conversación atropellada entre mucha gente. Es verborrea puesta por escrito.

En todo lo demás, muy de acuerdo contigo y con Carmen.

Carmen J. dijo...

Depende cómo se tome uno lo de las redes sociales. Yo participo en unas cuantas, y no solo virtuales. El trabajo, mi grupo de amigos, mis vecinos, y hasta mi familia, son redes sociales. El hombre es social porque está dotado de palabra (entre otras cosas). Y porque, como dice el texto, tiene capacidad de silencio y de escucha. Pero también tiene necesidad de comunicación, de compañía, de información y muchas veces de evasión.

La abundancia de información, no sólo en las redes sociales, sino simplemente en la tele - que es bastante más antigua - provoca que no haya reflexión y que las ideas se acorten y se resuman. Pero no hay que inventar Twitter, Facebook o internet para eso, me parece a mí. Ya desde hace mucho nos comunicamos con slóganes, con frases de teletipo, con abrazos televisados, y con power points. No creo que sea un problema de adicción, sino de velocidad y de tiempo.

Yo creo que nos habla de silencio, pero sobre todo de la necesidad de ejercitar el pensamiento. Y de provocar un poco de lentitud o de emplear una parte del tiempo en escucharnos. Por eso leerlo, y que nos lo recuerden, me ha parecido magnífico.

Lourdes dijo...

Siempre que leo al Papa, y lo hago a menudo desde que era sólo Ratzinger, me hago la misma pregunta: ¿Cómo puede este hombre conciliar sin sufrimiento aparente fe y razón y explicar sus planteamientos con tanta claridad? Este texto luminoso, en el fondo y en la forma, es una prueba más de su limpieza y honradez intelectuales. Y por eso, también suelo preguntarme qué es lo que pasará por su cabeza cuando escucha a algunos cardenales que tengo en la memoria o a los dirigentes de algunos movimientos católicos, pero esa es otra historia.
El silencio es imprescindible para vivir pero como obliga a encontrarse con uno mismo, no está de moda cultivarlo.

T dijo...

Hace tiempo, colgué en este blog una bonita sentencia que dice 'cuida del silencio y el silencio cuidará de tí'. Me parece acertadísima, además de preciosa.

En cuanto al Papa, Lour, conciliar Fe y razón, como tú dices, ha sido uno de los empeños de su vida. Y desde luego, lo hace muy bien.

Lourdes dijo...

¿Disfrutas del silencio o sigues con ruido ambiente? En cualquier caso, echo de menos la actualización del blog.

T dijo...

Hay un poco de todo, Lour. Y además, muchísimo trabajo.

Carmen J. dijo...

Te has quedado muda...