Domingo, 6 de noviembre de 2011. 12 horas y 15 minutos: 'Debería echarle gasolina al coche porque voy en las últimas de la reserva'.Martes, 8 de noviembre de 2011. 18 horas y 45 minutos: En la Plaza de los Sagrados Corazones de Madrid, exactamente aquí, en lugar de, '¡Hala Madrid!', que sería lo propio, sólo se oyen cláxones mientras un Golf blanco - es un decir porque no ve un servicio de lavacoches desde hace muchas lunas - está parado en mitad de la rotonda que sube hacia Concha Espina.
Sí, es lo que están pensando, CINCUENTA Y CUATRO HORAS Y TREINTA MINUTOS más tarde, después de varios trayectos por Madrid, la dueña y conductora del Golf, que no soy yo, no había pasado todavía por una gasolinera. Resultado: depósito vacío, grúa del RACE y fenomenal atasco.
10 comentarios:
A pesar del cabreo generalizado de los madrileños, yo hasta me divertí con la situación. He constatado que los hados funcionan y que encadenan una serie de sucesos fatales.
Lo mejor fue que la policía municipal llegó cuando ya mi coche estaba en camino de la gasolinera más próxima.
He hecho propósito de enmienda.
Eso mismo dijo hace muchas lunas, no diré cuantas, con respecto a lo de lavar el coche con mayor frecuencia.
En cualquier supermercado de los denominados grandes superficies venden de todo para limpiarlos.
¡Usted misma!;-)
Le pondrían a usted una multa importante y seguramente, no tenía esa despreocupación cuando vivía en Suiza porque no creo que se arriesguesa a quedarse parada y sin gasolina en medio de una ventisca de nieve.
Dentro de dos sábados iré a una fiesta de cumpleaños a cuyo homenajeado le he oído decir muchas veces que quedarse sin gasolina es la avería de los tontos. Si lo pienso bien, nunca ha dicho que sea la avería de las tontas, por lo que no tiene que darse por aludida. En este caso, la distinción de género conviene.
Ah, quedarse sin gasolina... ¿Y lo chic que queda?
Eso sí, llevarlo lleno de lunares no es tan chic...
Lourdes, si me llega a pasar en carretera y es la Guardia Civil, primero, hubiera llegado enseguida y en efecto el multón me tendría sin palabras, con un agujero en el bolsillo y algún punto menos en el carnet.
También es improbable que me hubiera pasado en carretera porque es cierto que siempre dejo para otro día poner gasolina salvo que vaya a salir de viaje. Por Ginebra como por Madrid más de una vez fui con el depósito a dos velas, allí la policía también me hubiera multado como procede.
Pero la policía municipal de Madrid ni me preguntó qué había ocurrido. Se limitó a comprobar que ya no había problemas de tráfico, que todo estaba en orden y a despedirme con un buenas tardes y salir despendolados.
Carmen yo no llevo lunares, lo llevo camuflado.
Confieso que a mí también me ha pasado,volviendo de un mercadillo en Annecy, y también que la multa que me cayó todavía me duele, pero yo llevo el coche limpísimo porque mi santo es un maniático de la limpieza del parque móvil de casa.
Espero Elena que fuera la policía francesa que admite el pronto pago y reduce la escocedura a la mitad y no la suiza la que le impuso el pullazo con su habitual frialdad helvética.
La capacidad que tienen los coches para estimular a la maruja que todo hombre lleva dentro es algo que me sigue sorprendiendo porque en casa no tienen esos arranques de limpieza.
No hay más que ver cómo están los lavaderos de coches los domingos.
Fue la policía francesa, gracias a Dios, Ana, porque si llega a ser la suiza, a lo peor me hubiesen hecho abrir el maletero y la compra en el mercadillo me hubiese salido carísima y la multa ya ni te cuento.
¿A qué lo de la limpieza de los coches y los hombres es de consulta de psiquiatra?
Estoy absolutamente de acuerdo Elena, de psiquiatra.
Publicar un comentario