Se decretó que Vos seriáis traicionado
- eso ya lo pensé - por alguien,
mas no por mí precisamente;
no por mí, Judas, que nací tal día en tal aldea,
de tal padre y de tal madre.
No estaba decretado que yo, Judas,
envuelto en mi capote viejo
iría a hablar con el sumo sacerdote,
y que por el camino marcharía
glogloteando suavemente
de risa, como suelen las personas que están solas.
3 comentarios:
¿Qué se le puede pedir al que se le ha asignado, sin libertad, el papel de malvado? Que haga bien su papel y salga a saludar.
El poeta, en cambio, lo condena.
No lo condena, dice que fue libre para elegir lo que hizo y que eligió la traición. Yo tampoco creo en la predestinación.
Precisamente, Elena, por decir que fue libre, lo condena.
De nada sería culpable, ni del suicidio, quien hizo lo que "estaba escrito".
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