domingo, 17 de abril de 2011

El pórtico



Entre Betania y Jerusalén hay muy poca distancia, apenas una pequeña subida por el Monte de los Olivos para después bajar, atravesando el torrente del Cedrón, y entrar por la Puerta Dorada. En ese pequeño trecho, antes de llegar a Betfagé, el evangelista Marcos relata que el Señor pidió a sus discípulos que le hiciesen un recado un tanto extraño: 'Id al pueblo que tenéis delante y, en cuanto entréis, hallaréis un asnillo atado, sobre el que ningún hombre cabalgó jamás. Desatadlo y traedlo. Y si alguien os pregunta: ¿Por qué hacéis eso?, decid: El Señor lo necesita y enseguida os lo devuelve.'

Los evangelios también cuentan que montado en ese pollino, el Señor entró en la Ciudad Santa entre gritos de júbilo que proclamaban ¡Hosanna al Hijo de David!.

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