jueves, 25 de noviembre de 2010
Envejecer
'... mira, te voy a decir una cosa: esto de envejecer no está tan mal. Primero, te liberas de muchas preocupaciones que tienes de parecer y tal; cuando llegas a cierta edad, la gente ya sabe que eres una persona mayor, que tienes tus achaques, que tienes tus arrugas, el cabello blanco, y no por eso noto que me desprecie la gente. Al contrario, quizá me tratan incluso con más cariño, lo cual me parece muy bien porque siempre he querido que me quieran, que me cuiden y me mimen, y no siempre lo he conseguido. Y luego, piensa una cosa: que la juventud está muy bien donde está. Es maravillosa cuando la vives y la aprovechas bien. Yo la he aprovechado todo lo que he podido, la he apurado, la he vivido muy intensamente, pero llega un momento en que la vas perdiendo. Sin embargo, lo que la vida te quita con una mano, te lo da con otra. Hay que saberlo ver. Y por ejemplo, hay cosas que no me apetecían cuando era joven, y ahora me apetecen. Por ejemplo, valoro mucho los pequeños placeres. Por ejemplo, sentarme en una terraza con unos amigos, pedirme una cerveza y que me traigan el vaso empañado, con una gotita que cae, y tomármelo con mis amigos apurándolo, y hablando de lo divino y del infierno y de la tierra, me encanta. Cuando era joven, también, pero de otra manera. Cuando uno es joven, se come la fruta verde, ¡y da unos cólicos! Y cuando se llega a mi edad, se la come uno en sazón. Y está muy bien.'
Ana María Matute, desde ayer Premio Cervantes 2010 - ¡Por fin!, por segunda vez en este otoño literario -, en una entrevista que concedió a ABC el 25 de junio de 2000.
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29 comentarios:
T: No he leído casi nada suyo, Olvidado Rey Gudú y algunos cuentos porque le encantaban a mi madre y me los metía por los ojos, pero me gustó mucho verla ayer en la tele tan contenta, sin falsas modestias.
Ella nunca ocultó que quería el Cervantes, ECA, y me parece muy bien que lo dijese alto y claro. Si se lo dieron a Dulce María Loynaz, que con todos mis respetos, nunca lo entendí, ya estaban tardando mucho en dárselo a ella. Y lo triste es que no se lo dieran a Carmen Martín Gaite.
Yo no soy sospechosa de feminista pero que desde 1976 sólo lo hayan recibido tres mujeres y que una fuese la cubana, clama al cielo.
Por cierto, en el mejor de los sentidos, casi toda su obra es un cuento.
Verdaderamente ya era hora; por ella misma, que lo merece, y por todas las que no lo han recibido y ya no lo recibirán nunca. Los hijos muertos, desgarradora y terrible, tan lejos de su bosque habitual, es una novela que por sí sola la consagra.
Pues coincides con Almudena Grandes, Lour, lo que no sé si te va a hacer mucha gracia. A mí 'Los hijos muertos' me parece una novela durísima. Reconozco que la prefiero en otros registros. A mí me encantó 'Olvidado Rey Gudú'.
Yo reconozco que sigo teniendo una especial debilidad por "pequeño teatro" el primer libro que leí de ella muy jovencita.
Me encantan los cuentos y quienes los cuentan y creo que Ana Mª Matute es, sobre todo, una gran fabuladora.
Me ha alegrado mucho que se lo hayan dado porque mira que es cicatero este jurado a la hora de pensar en las escritoras de habla hispana.
Es una excelente cuentista, coincido contigo Ana, pero creo que sus mejores virtudes y su mayor fuerza literaria están en esas novelas duras, como las llama T.
Son tantas las cosas que me separan de Almudena Grandes que no me importa nada coincidir en esa apreciación que, además, no sé si es tal coincidencia porque yo admiro de esa novela, sobre todo, la forma y no creo equivocarme mucho si digo que ella encontrará argumentos en el relato descarnado de la postguerra para reafirmarse en su militancia política, tan sectaria.
Almudena Grandes sólo ha escrito best-sellers para consumo mayoritario de antiguas alumnas de colegio de monjas, lo tengo comprobado, y eso si que debe molestarle mucho a ella en el fondo y en la superficie. Para llegar a la altura de Ana María Matute, le falta algo muy básico: saber escribir que no es lo mismo que llenar páginas con la misma historia repetida mil veces.
Corolario: no la soporto, como creo haber dejado claro con este comentario.
Lourdes: Vaya por delante que Almudena Grandes me cae como un dolor de muelas pero voy a ser malo. Tu eres antigua alumna de colegio de monjas, no se si has caído en el detalle. Y me pongo a cubierto que va a llover y dicen que a lo mejor hasta nieva.
Yo estoy encantada con que le hayan dado el Cervantes, después de haberse quedado a las puertas del Príncipe de Asturias. No puedo pensar que sea una compensación, porque esta mujer se merece ambos. El olvidado rey Gudú me dejó un verano entero hablando como en el libro, el lenguaje se me quedó incrustado en la cabeza, y mis amigos me preguntaban que por qué hablaba así, y era muy divertido.
Me parece una mujer maravillosa, con mucha clase, y me ha gustado mucho el párrafo elegido, T. me lo copio.
Sobre AG y parafraseando a Groucho, parece una estúpida, habla como una estúpida y dice cosas de estúpida, pero no os dejéis engañar: es una estúpida...
No voy a abundar en los comentarios sobre la Grandes porque comparto todos los aquí expuestos. Y mi antipatía por ella es tan manifiesta como la suya.
Al comentario de Lourdes sobre el consumo que de sus novelas hacen antiguas alumnas de colegio de monjas, se me ocurre pensar que o bien ella escribe para las que, como es su caso salieron rebotadas de él y sólo saben escupir bilis. Hay que reconocer, entonces que tendrá siempre un buen público asegurado en este país.
O bien podría pensarse que Almudena Grandes tiene una escritura facilona agradable fruto de una educación de colegio de monjas medianejo (unos cuantos también hay en este terruño) que leen con agrado las que recibieron similar educación.
Dicho lo cual señalo que provengo de un buen colegio de monjas y encantada de haber estudiado en él y de la formación allí recibida, que he leído a la Grandes, que no me gusta lo que escribe y que, por supuesto, ni se me ocurre compararla con Ana Mª Matute.
Puntualizo lo que decía ayer sobre Ana Mª Matute. Cuando dije que es una excelente fabuladora me refiero al conjunto de su obra, no sólo a los cuentos.
Es esa capacidad para tomar como urdimbre la vida y en sobre ella tejer tramas que van más allá de la realidad cotidiana y a su propia biografía, en eso creo que Carmen Martín Gaite, estaba más apegada por ejemplo. Se despega de la realidad y crea un mundo que no es ajeno pero sí independiente, y lo hace de una forma magistral. Descarnada en unos casos, entrañable en otros,casi nunca alegre.
Ana: No me queda clara la diferencia entre fabular y escribir una novela sin fabular, pero ya sabe que soy muy bruto, así que la culpa será mía.
Es verdad que soy antigua alumna de un colegio de monjas, querido ECA, y no obstante ello, añado que la excelente educación que allí recibimos tenía muy poco que ver con la que se impartía en muchos colegios de monjas de aquella y de esta época. Nosotras recibimos una formación muy afrancesada en el método o si lo prefieres, una educación basada en el antiguo bachillerato español porque nuestras monjas, aunque respetaban los programas de EGB, lo cierto es que los superaban con creces. Así que mi expresión, tal vez poco afortunada, estaba escrita en el segundo sentido que ha apreciado Ana, quien tiene razón cuando dice que Ana María Matute es una excelente fabuladora y que lo es no sólo cuando escribe cuentos. De hecho, todas crónicas que he leído con ocasión del Cervantes, ser refieren a ella como la gran fabuladora de las letras españolas.
El matiz entre fabular y escribir en prosa, la novela es una forma, no un estilo, es sútil y para mí, tiene su clave en la creación de un universo imaginario propio. Matute no es una escritora realista sino que plasma la vida en su universo imaginario y su obra entera tiene hasta un lenguaje propio que en el caso del Rey Gudú, como apuntaba Carmen, es muy evidente.
ECA, perdone que llegue tan tarde a responder a su cuestión que ya Lourdes, con su habitual precisión le contesta.
Aprovecho para contarles que en Guadalajara (México) los "académicos" han tenido que renunciar a imponer la ye y a que desapareciera la be corta. Recomiendan su uso pero los españoles podremos seguir diciendo y griega con toda razón.
Y eso lo dicen quienes han admitido en el diccionario "folder" ¡hay que fastidiarse!
Ana: ¿Han admitido folder en el diccionario? Están todos locos.
Lourdes: Gracias por la aclaración, sigue sin quedarme claro pero te agradezco el esfuerzo.
No sé explicarlo mejor, ECA, lo lamento. Si te sirve, otro ejemplo de fabulador excelente es William Faulkner, tan querido para la autora de este blog; en tanto que Thomas Mann, otro de los ídolos de T, no lo es; y los dos son escritores magistrales.
Fabulador genial es Borges, sin ir más lejos. El más grande de todos.
Un poco más lejos, también está Homero.
Yo más bien diría que, en el principio, fue Homero.
;-)
¿Peeeero en Homero no es mito?
;-)
Precisemos. ¿Quiere usted decir que Homero es un mito o que las obras atribuidas a él son un mito?
Si se refiere a lo primero, admitido. Ya sabe que esa tésis, la de que el ciego en realidad no existió, es más antigua que el Mediterráneo. Ahora bien, si se refiere a lo segundo, ya me dirá. ¡Si la Odisea no es fábula a lo grande, ya me contará usted qué es!
Me adelanto a la posible respuesta. Suya o de otra. Ya sé que la Odisea, técnicamente, es un poema épico.
Antes de que otros posts se traguen este no quiero dejar de contestarle pues fui yo quien saco a relucir la cuestión.
Tengo claro que para usted y para mí, la Odisea y la Iliada son, además de poemas épicos, una gran fábula despojados como están de la función que para sus contemporáneos tuvo el poema épico.
Los griegos contemporáneos de Homero apenas diferenciaban historia de épica y mito tan fundamentales en la organización de su sociedad. El relato homérico hace las funciones de tal, los personajes son reales, el poema mismo es historia. No hay lugar para la fábula pues.
Y tiene todos los elementos del mito: se sientan los principios fundamentales de un pueblo, sus conflictos, orgullos y temores con eso se da sentido a su forma de vida y la cohesión al propio grupo.
Homero, es un escritor de poemas épicos históricos pero él no fabula. Aunque para nuestra percepción actual sea así como nos adentremos en sus obras, como en un inmenso mundo irreal.
Se nota que tuvo usted muy buena profesora de literatura. Le ha quedado una réplica muy academicista. Y si nos ponemos en estricta observancia, si en una narración no hay bichos con actitudes moralizantes,vease las de Esopo como paradigma, no hay fábula. Así que usted me dirá.
;-)
La posibilidad de que el programa te avise de que hay comentarios nuevos evita que me pierda estos partidos de tenis que se juegan fuera de hora.
Sí,Ana, has estado oportuna y atinada.Discutir sobre Homero nos llevaría muy lejos, ya sabes que Aubignac sostenía que Ilíada y Odisea eran dos refritos de muy diferentes padres y sin negar ningún mérito a los dos grandes poemas épicos- ¡Sólo faltaría!-siempre me gustó mucho más Hesíodo.
Estoy aprovechando los cinco minutos de espera que me ha pedido T para marcharnos a casa para entrar y leer un rato el blog, que lo tengo abandonado y veo que usted, después de tanto sarao de nobeles ha vuelto a la tertulia.
Le diré que a Homero, o quienes quiera que fueran los creadores de los poemas homéricos, le consideré siempre un buen cuentista pero no un gran fabulador. Con ello no le quito ningún mérito, creo, a ninguno de los dos grandes poemas épicos, Odisea e Iliada, ni a ninguno de los demás poemas homéricos pero comparto su opinión, si he de quedarme con alguien, me quedo con Hesíodo.
Desde Aubignac para acá ha llovido un poco, Lour. Pero sí, el abad fue de los primeros que dudó de la existencia de Homero.
De Hesíodo siempre me encantó el Mito de Pandora. '¡Ay, la esperanza, esa puta vestida de verde!', que escribió Cortazar.
Ahora bien, lo de que para ser fábula, canónicamente, tiene que haber bicho moralizante, no me lo habéis discutido ninguna de las dos.
Tienes razón T, olvide escribir un ya, delante de Aubignac; por otra parte, tu canónica definición de fábula es inobjetable, desde luego, pero Ana y yo estamos hablando en términos mucho más amplios. Digamos que has recurrido al rigorismo cuando te has visto sin salida.
¡Ésta si que es buena, Lour! Te recuerdo que quien mencionó a Homero como fabulador fuiste tú. Yo estuve de acuerdo, es verdad. Y he obrado en consecuencia pero lo tuyo ha sido una transaccional en toda regla.
Y sigue el partido...
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