viernes, 19 de noviembre de 2010

Consecuencia inevitable

El primer cartel electoral que vimos de Montilla, lo presentaba como un pequeño supermán capaz de todo. El increíble hombre normal, le llamaban, para asombro del propio Presidente de la Generalitat de Cataluña, que reconoció que los cachorros socialistas se habían pasado un poco. Pero si uno empieza de supermán, tampoco es tan extraño que termine provocando emociones fuertes.

5 comentarios:

ECA dijo...

T: Las elecciones catalanas parecen un concurso de despelotes, están desatados.

Lourdes dijo...

Cada día son más y más sandios, imagino que piensan que el video estimula el voto de los más jóvenes y eso es lo triste, que sólo se les ocurra el sexo como estímulo. Tanta educación para la ciudadanía, tanto compromiso ético, tanto presumir de los valores cívicos como patrimonio exclusivo de la izquierda y todo lo que se les ocurre es equiparar el voto a un orgasmo. Añado otra consecuencia inevitable, querida T, después del orgasmo, todos a amodorrarse y a dejarse llevar languideciendo. Supongo que es lo que quieren para el día después: Modorros que se dejen llevar y que usen poco la cabeza. En el fondo, les traiciona el subconsciente.

Carmen dijo...

Ya no es que se tomen las elecciones a pitorreo, o que nos consideren unos retrasados mentales. Es que es lo más bajo y lo menos creativo que se puede hacer en publicidad. El riesgo es la reputación, claro, pero eso también les da igual, porque hay borregos para todo. Esta gentuza duraba medio minuto en cualquier empresa privada.

Ana dijo...

¿Pero todavía hay alguna empresa privada que contrataría gente así?

T dijo...

Las llamadas juventudes de los partidos políticos, en las que estos muchachotes, y muchachotas, se tiran hasta bien cumplidos los 30, son un cáncer más de la 'clase política' española.

Están integradas por jovenzanos, muchos de los cuales ni tienen terminados sus estudios, que sólo aspiran a medrar desde la adolescencia en la primera administración pública que tengan a tiro, sin haber trabajado en nada más en su vida y sin tener ni puñetera idea de nada. La ignorancia que exhiben sin pudor alguno es realmente escandalosa y muchas veces, además, la adornan con una prepotencia que dan ganas de ponerles cara a la pared con orejas de burro.

Conozco a unos cuantos de éstos y no sé si me espantan más ellos o la falta de escrúpulos de quienes los sostienen y cobijan sin dar un palo al agua.