martes, 30 de noviembre de 2010

Confesión

Cristo crucificado, altar mayor de la Parroquia de San Francisco de Borja, PP. Jesuitas, Madrid

¿Por qué, Señor, me siento tan densamente vivo,
tan placentero y fuerte sobre la breve tierra,
cuando esgrime la muerte su presencia de hierro
detrás del inminente rumor de la batalla?

Esta inmortal conciencia que me habita sin duda
es igual que el presente y los cinco sentidos
tejen su mismo gozo de eternidad soñada,
toda de tierra y tiempo, toda de imagen y pulso.

Un transcurso de flores secuestra mi esperanza;
no son eternas rosas de tan frágil encanto,
ni aquel mirar que inclina las horas de la ausencia,
ni esta fe soleada que me canta en los ojos.

Señor, creo en tu sueño que despierta a la vida,
a la vida absoluta ya desierta y sin curso.
¿Por qué no abrasa el hambre de su luz poderosa
como ahora la sangre, mi loca certidumbre?

Miro, Señor, la tarde incendiada de oro:
nada despide al alma, y aunque todo está lejos,
siento cómo el ensueño posee sus paisajes
y cobra las caricias del regreso fingido.

Tu voz también es dulce y el alma confiada,
bendiciente, se deja reposar en tus manos.
Señor, corta es el ansia, no son alas mis bienes;
¡Oh dueño de mi vida, despiértame en el alba!

Dionisio Ridruejo



7 comentarios:

Ana dijo...

;-)

T dijo...

Tal cual lo dejaba el H. Isern. Sabía que le iba a gustar.

ECA dijo...

T: Impresionante la talla del Cristo y preciosa la poesía.

T dijo...

ECA, el Cristo es impresionante y te aseguro que en penumbra, con la iluminación que se ve en la foto,invita a la oración. Con todas las luces de la Iglesia encendidas es otra cosa pero así, en penumbra, es muy acogedor.

A mí me gusta mucho pero sé que para Ana es muy especial.
Y por eso, me he pasado semanas buscando que alguien me diese esta foto para acompañar el poema.

Ana dijo...

Les aclaro que el hermano Isern ha sido quien, hasta su jubilación, ha llevado a gala tener una de las iglesias más limpias de todo Madrid. ¡Reluciente!

Pero quien se llevaba la palma era el Cristo. Aunque dos veces al año va a limpiarlo un servicio especializado, dado su tamaño y altura, el hermano Isern, a pesar de su corta estatura, se armaba de un frondoso plumero que había alargado merced a múltiples palos de diferentes tamaños y con él, desde abajo, limpiaba todos los días la talla. Uno distraía la devoción viéndole limpiar y sacar brillo al Cristo pero no podía dejar de admirar el inmenso cariño y dedicación que ponía a su tarea de todos los días.

Lourdes dijo...

Qué tipo tan interesante, Ridruejo! No sé si has leído "La vida rescatada de Dionisio Ridruejo", un ensayo, con mucho de biografía, que se publicó hace dos o tres años. Si no lo has hecho, te lo recomiendo, siempre que te interese el personaje, más allá de su vertiente poética.
La talla del Crucificado es muy bonita, aunque a mí me conmueva más la hondura del poema.

T dijo...

El poema es muy hondo, es verdad. Lo leí por primera vez el año pasado en 'Las Edades del Hombre', en Soria. No conozco mucho de la obra de Ridruejo, sí, por supuesto, de su trayectoria vital, tan coherente y heterodoxa. Y no, no conozco el libro que me recomiendas. Tomo nota y lo incorporo a mi abultada lista de 'pendientes'. Necesitaría otra vida para todo lo que quiero leer.