Rumanía es un país muy interesante en el que se pueden visitar los preciosos monasterios pintados de Bucovina, en la zona que linda con Moldavia, disfrutar del delta del Danubio y, por supuesto, acercarse a la Transilvania de Drácula, no sólo para conocer su castillo sino también para descubrir Sighisoara, un bonito pueblo medieval de claras influencias germanas, muy bien conservado.
En realidad, si se prescinde de Bucarest, una ciudad en la que no encontré ningún atractivo, Rumanía tiene muchos sitios en los que perderse y uno de los más pintorescos está en Sâpanta, en el norte. Allí, aislado del mundo, lo que no ha impedido que sea uno de los sitios más visitados del país, está el Cementerio Alegre, un camposanto repleto de tumbas con cruces de madera pintadas de azul brillante y decoradas con un retrato del difunto haciendo lo que más le gustaba cuando estaba vivo.
El Cementerio Alegre fue una idea de Ioan Patras, un artista local que en 1935 decidió que había que romper con los tabúes que en nuestra cultura van unidos a la muerte. A las coloristas tumbas se añadió la costumbre de escribir en ellas epitafios con un toque de humor poco frecuente en el género y que en algunos casos alude a la forma de la muerte. Un buen ejemplo es éste: “Arde en el infierno, maldito taxi que viniste de Sibiu. Con todo lo grande que es Rumanía. ¿No pudiste encontrar otro lugar donde pararte?. ¿Tuvo que ser frente a mi casa, para matarme?”
Por supuesto, este cementerio no tiene la exclusiva de epitafios extravagantes, en todos los que conozco hay 'perlas' dignas de mención. Por no irme muy lejos, en Cistierna, un pueblo de León, un paisano eligió éste: 'Estoy muerto. Enseguida vuelvo'.
En realidad, si se prescinde de Bucarest, una ciudad en la que no encontré ningún atractivo, Rumanía tiene muchos sitios en los que perderse y uno de los más pintorescos está en Sâpanta, en el norte. Allí, aislado del mundo, lo que no ha impedido que sea uno de los sitios más visitados del país, está el Cementerio Alegre, un camposanto repleto de tumbas con cruces de madera pintadas de azul brillante y decoradas con un retrato del difunto haciendo lo que más le gustaba cuando estaba vivo.
El Cementerio Alegre fue una idea de Ioan Patras, un artista local que en 1935 decidió que había que romper con los tabúes que en nuestra cultura van unidos a la muerte. A las coloristas tumbas se añadió la costumbre de escribir en ellas epitafios con un toque de humor poco frecuente en el género y que en algunos casos alude a la forma de la muerte. Un buen ejemplo es éste: “Arde en el infierno, maldito taxi que viniste de Sibiu. Con todo lo grande que es Rumanía. ¿No pudiste encontrar otro lugar donde pararte?. ¿Tuvo que ser frente a mi casa, para matarme?”
Por supuesto, este cementerio no tiene la exclusiva de epitafios extravagantes, en todos los que conozco hay 'perlas' dignas de mención. Por no irme muy lejos, en Cistierna, un pueblo de León, un paisano eligió éste: 'Estoy muerto. Enseguida vuelvo'.
9 comentarios:
Los mejicanos también se toman la muerte en tono lúdico festivo y que quieres que te diga, yo no consigo verle la gracia a un cementerio.
A mí tampoco me gustan los cementerios tradicionales porque tienen un lado tétrico que no soporto y los jardines modernos me parecen una patética y frustrada manera más de disfrazar la muerte para no aceptarla. Yo sólo voy a Puente Castro por obligación y si de mí hubiese dependido, mis padres estarían en un columbario de ésos que parecen cajas de seguridad de un banco y que ni se visitan ni admiten flores. Aquí hay algunos y me parece una opción perfecta.
Tampoco entiendo tu fascinación por los cementerios, querida T, siempre he pensado que era un poco snob o una pose con la que espantar el miedo a la muerte pero dado que no se te ha curado con los años me parece que caes en el morbo. Confío en que no te moleste mi comentario pero si ya Rumanía me da una pereza enorme, perderse en un cementerio me resulta incomprensible.
La noticia de El mundo, se está comentando en Cistierna porque sale esta lápida del cementerio de Cistierna
Querida Lourdes, la verdad es que a mí me dan pereza muy pocos sitios, tal vez el continente asiático - que es muy grande - sea uno de ellos pero aún así, ya sabes que siempre me apunto a un viaje por estúpido que parezca y puedo decir que Asia no me gusta, en general porque también allí hay sitios muy interesantes, porque conozco bastantes paises asiáticos.
Rumanía, como tantos otros sitios, la conocí en un viaje familiar y de verdad que me sorprendió.
Terminar en un cementerio perdido en un región aún más perdida, no se debió en aquella ocasión a mis gustos particulares sino a que fue un viaje organizadísimo, no sólo por la natural propensión de mi madre a organizarlo todo sino porque todavía vivía Ceaucescu y ya sabes que en aquellos años, de Viena hacia al Este no podías dar un paso sin tutela, así que fuimos porque nos llevaron. Y estoy segura de que si vences la pereza, sería un sitio que te encantaría sin necesidad de pisar el curioso cementerio porque la región es preciosa y es uno de los sitios más visitados del país por algo más que un cementerio que no deja de ser una anécdota.
No sé si mi interés por los camposantos es snob, creo que no pero puedo entender que lo pienses, lo que sí te aseguro es que no es morboso y que tampoco tiene nada que ver con querer 'espantar a la muerte'.
Elena ya sé que lo tuyo son las zapaterías ;-) pero ¿a qué también fuiste a Arlington?
A mi paisano de Cistierna, aunque yo nací más al sur de la provincia, decirle que incluso conocí al tipo del epitafio pero ésa es otra historia.
Estuve, estuve,pero me lo pasé mejor en las zapaterías.
No creo que lo tuyo sea snobismo, y no lo creo de verdad no por llevarle la contraria a Lourdes a la que para no perder la costumbre si se la voy a llevar en otra cosa, en lo de la pereza por ir a Rumanía porque nosotros estuvimos en un balneario en Constanta y era un sitio fabuloso.
A mi los cementerios no me gustan pero tengo que reconocer que después de ver el de Génova puedo entender que tengan un interés artístico.
Y desde luego nadie como los mexicanos o los gitanos para montar un guirigay en un cementerio a costa del finado.
Pero lo de T y los cementerios debe ser cosa de familia, ja, ja, ja...
Pues a mí me parecen interesantísimos y acogedores los cementerios... Y estoy loco por visitar Rumanía, que debe ser una maravilla. Una preguntita práctica: ¿en qué te entendías, en lenguaje de signos?
A mí los cementerios me sobrecogen. Todos. Incluso he pasado malos ratos en la tumba de los Reyes Católicos, en Granada, y ya no digamos en El Escorial. Evito pisar las lápidas que hay en las iglesias y desde luego, si voy a una ciudad no se me pasa por la cabeza visitar un cementerio, por muy famoso que sea. Otra cosa es que tenga que ir, o que me lleven. Pero no me entretendré en leer los epitafios, así es que agradezco mucho que me los cuente alguien. Gracias, T.
Sobre el tratamiento de la muerte, lo más raro que yo he visto son las esquelas de los periódicos de Islandia, en donde los familiares ponen fotos festivas y tratan la noticia como si al muerto le hubieran dado un premio, o cómo si hubiera hecho algo realmente meritorio al morirse y tuviéramos que alegrarnos. Tuve que confirmar un par de veces que se trataba de esquelas, porque parecían recordatorios de bodas o de bautizos. Eso sí: a saber qué dirían en el cuerpo de texto, lo mismo eso conmovía un poco...
¡Tanto cómo de familia! Mi tía C sólo profesa devoción y mil cuidados a un cementerio concreto y especialmente a una tumba particular, claro que ahora que lo pienso, 'el Viejo' también tiene querencias al camposanto, sin olvidar que tengo un amigo empresario de pompas fúnebres. ;-)
Sir, que yo recuerde nos entendíamos con un guía en inglés, ya te digo que en aquellos tiempos era imposible viajar por tu cuenta más allá de Viena, a no ser que fueses miembro de algún Comité Central, que no era mi caso. De cuaqluier manera, el rumano es la única lengua latina de la zona y tiene muchas similitudes con el español.
Carmen, confieso que no me pierdo una esquela, de hecho empiezo a leer el ABC por ellas. ¡Muchas veces son tan reveladoras!
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