lunes, 11 de febrero de 2013

Renunciar



Hace unos días escribía que enero había sido un mes trepidante en noticias pero que todavía nos quedaban muchos días por delante y muchos teletipos de ésos que antes paraban las rotativas y ahora colapsan los ordenadores y las redes sociales. Y hoy, el día en que los católicos celebramos a Nuestra Señora de Lourdes, todavía estamos asimilando un hecho insólito en 600 años: nada menos que la renuncia del Papa de Roma, como lo llamaba una de mis tías. Me dió la noticia un compañero de trabajo un poco guasón, y como media hora antes habíamos estado hablando acerca de dimisiones, abdicaciones y cesantías, pensé que estaba de guasa. ¿Renunciar el Papa? No me parecía verosímil, la verdad. Sin embargo, así ha sido y a estas horas los vaticanistas de todo el mundo se esfuerzan en encontrar las claves de la inesperada decisión de Joseph Ratzinger.

Inesperada e improbable pero posible, no sólo porque los hechos así lo han dejado patente, sino porque está prevista en el Derecho Canónico que establece que  los dos modos previstos para el cambio en la cabeza de la Iglesia son el fallecimiento del Papa o su renuncia y que en este segundo supuesto sólo se requiere que la renuncia sea libre y se manifieste formalmente, sin necesidad de que sea aceptada por nadie. Se añade, además,  que una vez hecha la renuncia y manifestada, en el modo que sea, la Sede Pontificia queda vacante y no puede volverse atrás.

Los vaticanistas más avezados insisten en que la renuncia papal ha pillado por sorpresa no sólo a todo el orbe católico sino también a la Curia y, por supuesto, a ellos mismos. El Vaticano es un sitio que ha dado para muchas novelas y esta renuncia abonará teorías conspiratorias de todo tipo. Yo, con toda sinceridad, renuncio a entender las causas. No voy a decir que lo acepto como si fuese un dogma más, porque no es el caso pero, por ahora, sigo perpleja, atónita y hasta confundida.

7 comentarios:

Carmen J. dijo...

Pues si no se encontraba con fuerzas, él sabrá. Yo creo que no hay que darle muchas vueltas. Finalmente, es infalible ¿no?

Sí que se hace raro, sí.

T dijo...

Como dice uno de mis hermanos, muy puesto en asuntos eclesiales, lo único que en el Vaticano no tiene esquinas es la Plaza de San Pedro. Y precisamente en ésto lo de la infalibilidad, no aplica.

También es cierto que nunca nos enteraremos de los motivos reales pero mira, esta mañana, ya recuperada del shock, creo que Benedicto XVI lo va a dejar todo atado, y bien atado. Y eso me da tranquilidad.

Anónimo dijo...

Mire Florence, le ha salido un competidor:

http://www.youtube.com/watch?feature=endscreen&NR=1&v=GXOeBh6uods


S.

T dijo...

Para mi gusto, la criatura emite un sonido un poco metálico, Sir. Y con poco 'rubato'. Y seguro que canta mucho peor que yo.

;-)

Lourdes dijo...

Hace más de una semana que hay nuevo Papa y sigues anclada en la renuncia.

Ana dijo...

¡¡¡Hay que ver lo perezosa que está usted últimamente!!!

Y no me diga que no le dapara más la vida;-)

T dijo...

Oiga, que después de este post hay algunos más y precisamente, acabo de actualizarlo. Pero sí, reconozco mi pereza.