viernes, 18 de enero de 2013

Cursis o no


(El Monte Parnaso, Nicolás Poussin)

El miércoles pasado, en una entretenida e interesantísima reunión literaria a la que voy de vez en cuando, comentábamos que los poetas, muy grosso modo, pueden clasificarse en claros y oscuros y también en cursis o no. Yo prefiero la poesía clara y rotunda, y allí estábamos de acuerdo en que, entre los que escriben en español, un buen ejemplo de claridad serían Garcilaso o Cernuda, tan distantes y tan distintos,  y que además no son nada cursis. A las pruebas me remito:

Yo no nací sino para quereros;
mi alma os ha cortado a su medida;
por hábito del alma mismo os quiero.

Cuanto tengo confieso yo deberos;
por vos nací, por vos tengo la vida,
por vos he de morir, y por vos muero.

(Tercetos del Soneto V, de Garcilaso)


Tú justificas mi existencia:
si no te conozco, no he vivido;
si muero sin conocerte, no muero, porque no he vivido.

(Fragmento de 'Si el hombre pudiera decir lo que ama...', de Luis Cernuda)


La cursilería afecta por igual a los claros que a los oscuros. Lorca, a mi juicio, alterna entre ambos registros, tiene versos diáfanos y otros oscurísimos, y aunque a mí su poesía me gusta más bien poco, reconozco que cursi no es. Neruda, que a mí no me parece nada oscuro, tiene poemas que son de un cursi que tira para atrás, y eso que al final del Canto General, cuando enumera a sus poetas más queridos, como la referencia que deben seguir los jóvenes, cita a 4 de los más grandes poetas españoles, ninguno de los cuales es cursi:

Que amen, como yo amé, mi Manrique, mi Góngora, mi
Garcilaso, mi Quevedo:
fueron
titánicos guardianes, armaduras de platino
y nevada transparencia, que me enseñaron
el rigor, y busquen
en mi Lautréaumont viejos lamentos
entre pestilenciales agonías.

Que en Maiakovsky vean cómo ascendió la estrella
y cómo de sus rayos nacieron las espigas.

Andaba yo entreteniéndome en estas tontunas sobre la cursilería de los poetas, que bien podría dar para una tesis doctoral, cuando me he enterado de que hoy se cumple el 146 aniversario del nacimiento de Rubén Darío, que ya saben que es el paradigma de poeta cursi, con permiso de Bécquer, aunque mi admiradísimo Borges lo tuviese en muy alta estima: 'Todo lo renovó Darío: el vocabulario, la métrica, la magia peculiar de ciertas palabras, la sensibilidad del poeta y de sus lectores. Su labor no ha cesado ni cesará. Quienes alguna vez lo combatimos comprendemos hoy que lo continuamos. Lo podemos llamar liberador'.

Y sin embargo, hay un poema de Ruben Darío que a mí no me parece nada cursi, así que me olvido de Margarita y lo linda que estaba la mar, de Francisca, que multiplicó pétalos de lirio y de Carolina y su abrigo de martas cibelinas, y les dejo con Cleopatra, convertida en imperial becerra que hasta brama.

Yo fui un soldado que durmió en el lecho
de Cleopatra la reina. Su blancura
y su mirada astral y omnipotente.
Eso fue todo.

¡Oh mirada! ¡oh blancura! y oh, aquel lecho
en que estaba radiante la blancura!
¡Oh, la rosa marmórea omnipotente!
Eso fue todo.

Y crujió su espinazo por mi brazo;
y yo, liberto, hice olvidar a Antonio.
(¡Oh el lecho y la mirada y la blancura!)
Eso fue todo.

Yo, Rufo Galo, fui soldado y sangre
tuve de Galia, y la imperial becerra
me dio un minuto audaz de su capricho.
Eso fue todo.

¿Por qué en aquel espasmo las tenazas
de mis dedos de bronce no apretaron
el cuello de la blanca reina en brama?
Eso fue todo.

Yo fui llevado a Egipto. La cadena
tuve al pescuezo. Fui comido un día
por los perros. Mi nombre, Rufo Galo.
Eso fue todo.

Metempsicosis


8 comentarios:

Carmen J. dijo...

Yo no te voy a llevar la contraria en lo que a poesía se refiere, desde luego. Entre otras cosas, porque yo distingo sólo entre los poemas que tengo que leer varias veces o sólo dos para entenderlos.

Sin embargo, el poema que pones de Neruda ¿no te parece oscuro? Porque a mí, aparte de la nevada transparencia, sólo veo embarrada opacidad. Lo de pestilenciales me lo voy a apuntar para soltarlo cualquier día de estos, sin embargo.

Y sobre el último, tanto ¡oh! no sé si me acaba de convencer.

¿Y no distingues entre los "filosóficos" y los que hablan de cosas normales?

Ana dijo...

Sigo pensando que te faltan los dos cuartetos;-)

T dijo...

Por su orden, Carmen: Neruda, cuando se pone épico, además de cursi, puede ser pelín oscuro, pero no es de los más.Y el final del Canto General es de lo menos oscuro que escribió en plan épico. Se limita a recomendar poetas a los jóvenes.

La Metempsicosis de Rubén Darío tiene un mérito añadido, es el primer poema en lengua castellana en el que el poeta se desdobla y asume la personalidad de otro trasladando un suceso pasado al presente. Rubén Darío fue muy aficionado a la gnosis y no faltan los que han estudiado los aspectos esotéricos de algunos de sus poemas (Helios o la Sonatina).

Lo de distinguir entre filosóficos y normales es un curso avanzado de claros y oscuros. ;-)



T dijo...


Se los pongo, Ana, para que no le falte nada, pero creo que los tercetos son muy superiores.

Escrito está en mi alma vuestro gesto,
y cuanto yo escribir de vos deseo;
vos sola lo escribisteis, yo lo leo
tan solo, que aun de vos me guardo en esto.

En esto estoy y estaré siempre puesto;
que aunque no cabe en mí cuanto en vos veo,
de tanto bien lo que no entiendo creo,
tomando ya la fe por presupuesto.


Ana dijo...

¿cómo le gusta a usted más la tortilla con la yema sólo o con clara y yema?

Pues eso.

T dijo...

¡Con patatas!

Ana dijo...

me parece que con sólo patatas no llegamos a ninguna parte.

Carmen J. dijo...

No hay que llegar a ninguna parte. Vale con llegar a alguna puerta...