jueves, 29 de noviembre de 2012

Arte Sacro


Hace ahora un año, me escapé con A a Viena, cuatro días, con un plan muy poco imperial. Viena es una ciudad encantadora pero el barroco y el imperio pueden llegar a empachar más que una tarta Sacher, así que optamos por la faceta modernista sin renunciar a ir a la ópera, a pasear por la Grabenstrasse, a merendar estupendamente, todas las tardes, en algunos de sus muchos cafés y a embobarnos viendo las  exquisitas porcelanas de Augarten.

Entre las joyas modernistas que pueden admirarse en la capital austriaca, una de las más deliciosas es la Kirche am Steinhof, obra de Otto Wagner en colaboración con otros artistas de la Secesión.  Está a las afueras de Viena, en el complejo hospitalario psiquiátrico que diseñó el propio Wagner, y es una gozada recrearse en todos los detalles, tanto del interior como del exterior.  Desde las lámparas a los confesionarios, pasando por las vidrieras, diseñadas por Kolo Moser, y el suelo, es una obra de arte total del Judgenstil, con reminiscencias bizantinas, de las que te dejan con la boca abierta.




4 comentarios:

Elena dijo...

Queda pendiente para la próxima vez.

T dijo...

Te gustará. Pero si vas en otoño-invierno abrígate mucho.

Carmen J. dijo...

Viena la recuerdo con cierta...tristeza, pero como una ciudad encantadora. Me recuerdo en el banco de un parque leyendo el ABC mientras mi madre se aprendía un museo, no recuerdo cuál de ellos. Yo creo que no me importaría volver.

Ana dijo...

Viena siempre merece una visita, Carmen animese.

Yo prefiero la Viena secesionista porque me apasiona y me encantó descubrirle esa joya a T que no la conocía porque está a desmano, no suele salir en las guías y tiene un horario puñetero.

Elena me alegra verla por aquí.