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Homenaje a Antoñete
Es esta sinfonía
del capote, que suena,
¿a qué? He aquí el misterio.
Todo, la tela, el aire
de la distancia, toda la embestida,
agresiva y solemne,
y cuando el temple llega, ya es un canto.
He aquí el toro, que aunque tiene nombre,
él se lo da ya más, y quiere, y salva.
Esa manera a solas andándose en la plaza,
el movimiento interno, el del tanteo,
se maciza,
y se hace tacto y aire al mismo tiempo,
cuando llega el embroque.
Aparición sin tiempo.
¿Frontal o circular? ¿Es movimiento
o reposo?
La lejanía, la proximidad,
helas aquí. El bien sabe
la religiosidad del humo y de la sangre:
lo más vivo. Y le llega
una revelación oscura, por la izquierda
o bien por la derecha, y está el cuerpo
ofrecido, total, aquí en su pecho, en poderío y mármol,
entre la magia y la sabiduría.
Claudio Rodríguez
7 comentarios:
Entre mis muchas incapacidades está la de poder apreciar lo que Bergamín llamó La música callada del toreo. Es un arte que ni comprendo ni me llega.
En palabras de Belmonte, recogidas por Chaves Nogales en su espléndida biografía del 'Pasmo de Triana', se torea como se es. El toreo de Antoñete era sobrio, auténtico y muy 'pa dentro', que decía una conocida mía quien también sostenía que de toros sólo entendían las vacas a pesar de que ella sabía una barbaridad.
Qué bien que le hayas dedicado un post, T. Estaba yo dudando si hacerlo, pero últimamente ya he recordado a demasiados difuntos...
A Antoñete le he visto torear dos veces en Madrid. La primera vez me llevó mi abuelo. Y me llevó a "ver a Antoñete". Recuerdo su expresión cuando terminó la faena de uno "ha hecho bueno un mal toro", y del otro, mientras la gente le aplaudía "ha hecho malo un buen toro". Mi madre me dijo que veríamos al menos una faena con buen gusto. Esto debió de ser a principios de los 90, así es que ya era un señor mayor para torear. Pero nunca había peligro, parecía tener todo dominado. Y es que a mí me gusta ir a ver torear, no a ver accidentes. Lo digo por los fans de José Tomás...
A mí sí me gustan los toros, y la verdad no sé por qué, porque adoro a los animales. No entiendo la caza, por ejemplo. Y esas salvajadas de los pueblos no las puedo soportar. Y sin embargo, en una corrida, yo no "siento" que el toro esté sufriendo, no me da pena, ni miedo, ni odio: solo veo "el baile" y la lucha, y el arte si se quiere. No veo al animal, veo al hombre toreando. Muy raro, no lo sé explicar.
Y me parece normal que haya mucha gente a quien no le guste (mis hermanas, por ejemplo, o sea que descarto que lo mío sea educacional). Es más, yo creo que lo normal es que a mí no me gustaran...
Apunto una teoría Carmen que quien la llevó a los toros por vez primera le transmitió su saber o su amor por ese arte de tal manera que usted no pudo sustraerse a la magia que tienen.
Pasa igual con la caza, no es lo mismo aterrizar en un puesto de palomas o perdices vestido del Corte Inglés y asistir aturdido a un estruendoso pim, pam, pum que prácticamente aprender a andar entre cazadores que te enseñan a amar el campo, a conocerlo, a interpretar la naturaleza, a respetarla profundamente.
Pues probablemente tiene vd. razón, Ana. Las personas que conozco que cazan, que no son muchas, desde luego son personas que quieren a los animales y que respetan el campo y lo entienden. Habrá de todo, supongo. Quiero decir, que algunos también irán de Coronel Tapioca... Yo, la caza, sólo la he visto por la tele. Al Corte Inglés voy más, sin embargo :).
He citado a la suerte contraria a José Tomás, pero no se me arrancan vds... ¿ Vamos a dejar pasar por malo un buen toro?
A mi me gustan los toros y la caza, a las dos me aficionó mi abuelo Max, que tenía abono de San Isidro y se instalaba en Madrid toda la feria. Hace años que no voy a los toros y no he visto a José Tomás pero lo que leo sobre el y lo poco que he visto no me gusta, un torero no es un gladiador es un artista y lo de salir a que te mate un toro es de estar como una cabra y pagar millonadas por verlo también. Yo recuerdo un cartel con Curro Romero, Rafael de Paula y Antoñete en Málaga, en Antequera exactamente, que sobre el cartel era el no va más y que en la plaza fue algo para no olvidar aunque ninguno cortó ni una oreja. Mi marido que de vacas entiende mucho , pero de toros nada de nada , dejó de pensar que los toros eran una fiesta de bárbaros solo con ver a aquellos monstruos hacer el paseíllo.
No me arranco porque como tú bien dices no me gustan los accidentes. Y me repatea el fervorín creado a su alrededor.
Elena, ver a Curro, Paula y Antoñete juntos es para no olvidarlo.
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