Los puntos suspensivos son inquietantes, es mucho mejor eviternos y utilizar el punto y seguido o el punto y aparte. Incluso es preferible el punto final y pasar de párrafo.
Que digo yo que con el punto final lo que haces es cambiar de libro, Lourdes. A mí también me gustan los puntos suspensivos, los veo llenos de posibilidades.
Tienes toda la razón, querida Elena, ha sido una patinada por mi parte. A mí las sorpresas y los imprevistos no me gustan nada, Ana; soy previsora y en la medida de lo posible, no dejo nada al azar. Sé que la vida termina por sorprenderte y que no todo es previsible pero es mi forma de ser y no me ha ido mal.
La entiendo Lourdes, la entiendo. Pero si algo he aprendido en la vida es que lo bueno y lo malo siempre nos sorprende y que hay que estar preparados para saber encajarla: disfrutar a conciencia cuando son alegrías lo que nos topamos o encajar las penas y los dolores que pueden ser grandes y arrancarnos de cuajo de la tierra que creemos pisar firmemente.
A mí, muy consciente de mis limitaciones, hacer todo como si dependiera de mí pero sabiendo que todo depende de Dios me da una gran serenidad.
La entiendo y hasta la envidio, Ana; a mí me gustaría vivir con la seguridad que debe dar confiar en Dios y abandonarse a Él, pero ya sabe que soy agnóstica. Como usted, procuro hacer todo lo que está en mi mano pero no doy el paso que usted añade, tan jesuita.
Me refería al concreto modo de expresar ese paso, Ana, que es tan propio del modo de proceder de San Ignacio. En mis años de colegiala, los jesuitas fueron una presencia permanente porque tenían encomendada la dirección espiritual del colegio, así que hay expresiones que tengo muy interiorizadas.
14 comentarios:
¡Qué susto! Creí que después de lo de las comas iba usted a empezar con los puntos.
Los puntos suspensivos son inquietantes, es mucho mejor eviternos y utilizar el punto y seguido o el punto y aparte. Incluso es preferible el punto final y pasar de párrafo.
Pues a mi me gustan los puntos suspensivos, creo que llevan a la curiosidad, al sobreentendido, a veces a la esperanza.
Me ha gustado mucho la frase, aunque no sé si estoy muy conforme con las dos frases del medio.
Que digo yo que con el punto final lo que haces es cambiar de libro, Lourdes.
A mí también me gustan los puntos suspensivos, los veo llenos de posibilidades.
Pues sí, hemos empezado ...
Lo de interpretar los puntos suspensivos va por barrios, está claro.
Yo habito en el barrio de los que tienen simpatía por ellos.
Ese no se qué inquietante que parece tintinear entre los minúsculos signos gramaticales y que abre la puerta a la imaginación me gusta.
Tienes toda la razón, querida Elena, ha sido una patinada por mi parte.
A mí las sorpresas y los imprevistos no me gustan nada, Ana; soy previsora y en la medida de lo posible, no dejo nada al azar. Sé que la vida termina por sorprenderte y que no todo es previsible pero es mi forma de ser y no me ha ido mal.
La entiendo Lourdes, la entiendo. Pero si algo he aprendido en la vida es que lo bueno y lo malo siempre nos sorprende y que hay que estar preparados para saber encajarla: disfrutar a conciencia cuando son alegrías lo que nos topamos o encajar las penas y los dolores que pueden ser grandes y arrancarnos de cuajo de la tierra que creemos pisar firmemente.
A mí, muy consciente de mis limitaciones, hacer todo como si dependiera de mí pero sabiendo que todo depende de Dios me da una gran serenidad.
La entiendo y hasta la envidio, Ana; a mí me gustaría vivir con la seguridad que debe dar confiar en Dios y abandonarse a Él, pero ya sabe que soy agnóstica. Como usted, procuro hacer todo lo que está en mi mano pero no doy el paso que usted añade, tan jesuita.
Me parece que Lourdes anda poniendo los puntos sobre las íes.
¡Menos mal que iba de puntos suspensivos!
El paso Lourdes no es jesuita, es cristiano. La frase sí.
Si usted me permite que ponga el punto sobre la i;-)
Me refería al concreto modo de expresar ese paso, Ana, que es tan propio del modo de proceder de San Ignacio. En mis años de colegiala, los jesuitas fueron una presencia permanente porque tenían encomendada la dirección espiritual del colegio, así que hay expresiones que tengo muy interiorizadas.
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