viernes, 10 de septiembre de 2010

Enmendar



Thomas Jefferson, Benjamín Franklin y Thomas Paine introdujeron la Primera Enmienda a la Constitución de los Estados Unidos de América, la que protege los derechos a la libertad de religión y a la libertad de expresión de los americanos. Y en la libertad expresión también se incluye quemar libros, sagrados o no, siempre que sean tuyos, no alteres el orden público y lo hagas en un terreno de tu propiedad.

Y me parece recordar que otro límite es no poner en peligro a nadie pero debo recordar mal, evidentemente, porque si no, no me explico el follón que se ha montado con el reverendo de Florida que busca sus cinco minutos de gloria. Desde el Papa a Obama, pasando por el General Petraeus, medio mundo está implorando al orate que se contenga porque están en peligro cientos, tal vez  miles de personas.

Que ya sabemos que el mundo civilizado tiene que ser muy comprensivo con las diferentes civilizaciones . Y aliarlas. Y todas esas monsergas huecas con las que nos dan la paliza a todas horas pero éso, la comprensión y la tolerancia, no va con según que tipos que pueden montar un pandemonuium de consecuencias incalculables porque un orate con 50 fieles, tan locos como él, ha decidido que le ampara la Primera Enmienda.

Al que habría que enmendar de alguna manera, y por la vía más contundente y rápida posible,  es al reverendo, pero no sólo a él. 'Nosotros, el pueblo...',  el de los Estados Unidos y el de la vieja Europa, tendriamos que empezar a enmendar, con nuestros votos,  a todos los que se empeñan en que 'to er mundo e güeno' y hay que ir de buen rollito. O esperpentos como el que estamos viendo estos días se repetirán cada vez con más frecuencia. Porque mientras unos nos dedicamos a 'templar gaitas', los otros ponen bombas. Y así, lo de dialogar es imposible.

2 comentarios:

Lourdes dijo...

Por muchas enmiendas que lo amparen, creo que un tipo que organiza ese numerito no merece la atención que le ha dedicado la prensa y nunca pensé que los americanos cayesen en esa provocación. Obama cada vez se acerca más al bluff, es como el título de la novela de Kundera, insoportable en su levedad.

Ana dijo...

Pues imagínese lo que es soportar al remedo de Obama que aquí tenemos.

Leve es poco, insoportable muchísimo.