Este año mis lecturas de agosto han sido diversas y dispares. Entre mis propósitos estaba dedicar horas a libros relacionados con la comunicación, más concretamente con la dificultad de comunicarse con otros de manera correcta y eficaz, así que me puse a ello con interés, con ganas de aprender y como diría una amiga mía, dispuesta a sacar Matrícula de Honor si alguien me hubiera examinado de tal cosa.
La lectura fue provechosa y aprendí muchas cosas acerca de la manera de relacionarse con otros sin prejuicios, con franqueza y sin miedos. Incluso aprendí técnicas que en teoría, facilitan mucho la comunicación pero también se cruzó en mi camino una edición de 'Guerra y Paz', con el ex-libris de mi padre, y decidí que no era una mala relectura, a pesar de tener que pelearme con el francés cada tres o cuatro páginas.
En teoría, la novela de Tolstoi y mis libros sobre comunicación no tenían nada en común pero ya se sabe que la teoría no lo es todo en la vida. Y así, trufada entre el Príncipe Bolkonski, la familia Rostov, los Kuraguin y Pierre Bezukhov, me encontré una tarjeta en la que mi padre había escrito, con su cuidada caligrafía, esta cita: 'todo lo que resistes, persiste; lo que aceptas, se transforma'.
La frase es una máxima budista de ésas que lo mismo sirven para un roto que para un descosido pero mi padre no era un hombre dado a banalidades, así que dándole vueltas - una de mis aficiones más perniciosas es darle muchas vueltas a todo - caí en la cuenta de que la frasecita podía ser una buena pauta a la hora de poner en práctica toda la teoría que llevaba 15 días estudiando. Y digo más, estoy segura de que la tarjeta perdida entre las casi dos mil páginas de 'Guerra y Paz' fue otra forma de comunicación. Una enseñanza más, concisa y sutil, de mi padre. De las muchas que sigo recibiendo aunque él ya no esté en este mundo.
La lectura fue provechosa y aprendí muchas cosas acerca de la manera de relacionarse con otros sin prejuicios, con franqueza y sin miedos. Incluso aprendí técnicas que en teoría, facilitan mucho la comunicación pero también se cruzó en mi camino una edición de 'Guerra y Paz', con el ex-libris de mi padre, y decidí que no era una mala relectura, a pesar de tener que pelearme con el francés cada tres o cuatro páginas.
En teoría, la novela de Tolstoi y mis libros sobre comunicación no tenían nada en común pero ya se sabe que la teoría no lo es todo en la vida. Y así, trufada entre el Príncipe Bolkonski, la familia Rostov, los Kuraguin y Pierre Bezukhov, me encontré una tarjeta en la que mi padre había escrito, con su cuidada caligrafía, esta cita: 'todo lo que resistes, persiste; lo que aceptas, se transforma'.
La frase es una máxima budista de ésas que lo mismo sirven para un roto que para un descosido pero mi padre no era un hombre dado a banalidades, así que dándole vueltas - una de mis aficiones más perniciosas es darle muchas vueltas a todo - caí en la cuenta de que la frasecita podía ser una buena pauta a la hora de poner en práctica toda la teoría que llevaba 15 días estudiando. Y digo más, estoy segura de que la tarjeta perdida entre las casi dos mil páginas de 'Guerra y Paz' fue otra forma de comunicación. Una enseñanza más, concisa y sutil, de mi padre. De las muchas que sigo recibiendo aunque él ya no esté en este mundo.
3 comentarios:
O una variación más de esa máxima que con tanto cariño le dedicó a usted. Tiene un bagaje moral como para superar lo que sea, sólo necesita darse usted cuenta de ello.
Como siempre su padre siendo dueño de sus palabras. (le pondría un guiño pero no tengo ni idea como se hace en este trasto).
Es muy sencillo: punto y coma, guión alto y paréntesis de cierre. ;-)
! Cómo me gustó Guerra y paz , disfruté hasta con las batallitas! Lo de darle vueltas a las cosas te complica la vida más de la cuenta y te lo dice otra aficionada a darle vueltas a la noria hasta que se agota. Y la frase de tu padre será budista y sevirá para todo pero tiene más razón que un santo.
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