miércoles, 8 de abril de 2009
Miércoles
'El Señor me abrió el oído y yo no me resistí ni me eché atrás: ofrecí la espalda a los que me golpeaban, las mejillas a los que mesaban mi barba; no me tapé el rostro ante ultrajes ni salivazos. El Señor me ayuda: por eso no sentía los ultrajes; por eso, endurecí el rostro como el pedernal, sabiendo que no quedaría defraudado.'
Del Libro de Isaías 50, 5-7
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