Creo que nunca he escrito en este blog sobre la política patria y sus aledaños pero no puedo resistirme a comentar el viaje de Nicolas Sarkozy a Madrid, en visita de Estado. O eso dícen.
No soy nada original, lo sé, pero lo primero que llama la atención es que el otrora carismático presidente de Francia, la gran esperanza blanca de la derecha europea, haya delegado todo el protagonismo en su santa esposa y ahora se pasee por el mundo con el orgullo indisimulado no de representar a la 'grandeur', la 'liberté', la 'egalité' y la 'fraternité' sino de ser el amante marido de Carla Bruni. Y ella, tan liberal y tan progre de toda la vida de Dios, parece encantada de ir de mujer florero. ¡El mundo al revés!
Cuentan las lenguas trapisondistas que cuando se anunció la visita de la Sra. Bruni a Madrid, todo el que es alguien en la capital de España, se apresuró a llamar a la Casa del Rey implorando una invitación para asistir a la cena de gala y compartir mesa y mantel con Madame. Y esas mismas lenguas han contado que anoche, del Rey abajo, no hubo señor que se resistiese a mirar embobado a doña Carla, divinamente bien vestida, eso sí, con un maravilloso traje azul Prusia de Dior; algo a lo que también sucumbieron las señoras. Conozco a una que no suele acompañar nunca a su marido a estos saraos y que ayer hizo un viaje de más de 300 Kms. para no perderse el acontecimiento. Hasta la mujer de nuestro presidente del Gobierno que también huye como de la peste de aparecer en actos sociales como consorte, esta mañana ha posado con la Bruni en Moncloa, lo que no había hecho en ninguna otra visita similar en cinco años.
Todo esto me tiene perpleja, lo reconozco, y no puedo comprender tanto alborozo por babear delante de Madame Sarkozy. Desconozco los acuerdos que habrán llegado a alcanzarse en la supuesta visita de Estado pero visto lo visto, creo que lo importante para los españoles era coincidir con Carla Bruni y que Sarkozy ha vuelto feliz al Elíseo después de presumir de su más valioso trofeo ante la Villa y Corte.
Y en 4 días, conmemoraremos que hace 200 años, y uno más, echamos a los franceses por las bravas. Como dice mi admirado Mingote esta mañana en su viñeta diaria de ABC, Napoleón tendría que habernos mandado a la Bruni de la época. Y todos a babear encantados.
martes, 28 de abril de 2009
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5 comentarios:
No sé si se montan estos numeritos en cada sitio que van pero me extrañaría mucho, yo está mañana cuando leía los periódicos por internet estaba pasando vergüenza ajena.
No me sea mojigata, cara, usted que es tan del Hola. Además, ¿no es bonito el amor? Por ejemplo: "Sabes perfectamente que el aprecio hacia Francia y hacia tu figura es profundo, intenso, sincero, sentido y para siempre", y ahí justo sonó un unísono de violines y violas sobre los arpegios celestiales de un arpa... ¡Qué preciosísimo! Más aún, yo diría que conmovedor.
La que se ha vuelto mojigata es la Bruni, querido, que ha pasado de ser una de las chicas más 'divertidas' del mundo a vestirse como una teresiana. No en Madrid, la verdad, aquí le debieron contar la expectación que había levantado su visita y que la iban a medir con la mujer del Príncipe - que ya son ganas de comparar - y decidió que a ella no le enmendaba la plana ni en trapos ni en chic, la antigua presentadora del telediario.
Lo de ZP y Sarkozy es verdaderamente escaharrante pero espere usted a que llegue Obama, cuando llegue. Éso si que va a ser antológico.
¡Ah!, ¿pero no está Obama ya aquí? Yo pensé que se presentaba a las elecciones europeas en las listas del PSOE.
Sí, ahora nos hacemos la ilusión de que somos ciudadanos de Vermont o de Wyoming y que votar a López Aguilar nos resarce de no haber podido votar a Obama. Fíjese que hace días, antes de conocer la penúltima ocurrencia electoral de Ferraz, pensé que el canario se había pasado de bronceado pero ahora ya lo entiendo.
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