martes, 16 de septiembre de 2008

Doler


Hay días que ni la tormenta más feroz puede limpiar el ambiente y dejar tras ella el olor de la hierba y la tierra mojadas. Hay días que pesan como losas de mil kilos. Hay días, tan difíciles, que parece que vayan a perseguirte toda una vida. Hay días en los que hasta respirar, duele.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

A.

Pero siempre escampa, y huele a tierra y hierba mojada y se puede descansar junto al camino, tomar aliento y seguir.

Y hay un horizonte tras esas nubes, un buen horizonte.

Anónimo dijo...

G,

Hay golpes en la vida, tan fuertes ... ¡Yo no sé!
Golpes como del odio de Dios; como si ante ellos,
la resaca de todo lo sufrido
se empozara en el alma... Yo no sé!


Son pocos; pero son... Abren zanjas obscuras
en el rostro más fiero y en el lomo más fuerte.
Serán talvez los potros de bárbaros atilas;
o los heraldos negros que nos manda la Muerte.


Son las caídas hondas de los Cristos del alma,
de alguna fe adorable que el Destino blasfema.
Esos golpes sangrientos son las crepitaciones
de algún pan que en la puerta del horno se nos quema.


Y el hombre... Pobre... pobre! Vuelve los ojos, como
cuando por sobre el hombro nos llama una palmada;
vuelve los ojos locos, y todo lo vivido
se empoza, como charco de culpa, en la mirada.


Hay golpes en la vida, tan fuertes... Yo no sé!

C. Vallejo.

Saludos estimada T.

Anónimo dijo...

Estimada G, espero que se encuentre bien,

After great pain, a formal feeling comes --
The Nerves sit ceremonious, like Tombs
The stiff Heart questions, was it He, that bore,
And Yesterday, or Centuries before?

The Feet, mechanical, go round --
Of Ground, or Air, or Ought --
A Wooden way
Regardless grown,
A Quartz contentment, like a stone --

This is the Hour of Lead --
Remembered, if outlived,
As Freezing persons, recollect the Snow --
First -- Chill -- then Stupor -- then the letting go --

Emily Dickinson

T dijo...

Difícil contestar sin un tópico. Éste fue un post que no debería haber escrito porque es demasiado personal pero no tiene sentido borrarlo, así que aquí quedará como recordatorio de un día infausto.

Al último comentarista, sólo aclararle, con simpatía que me ha confundido con mi más fiel comentarista. Yo me llamo T.