jueves, 22 de mayo de 2008
Encontrar
Abandonar la criatura y apartarse de ella es la primera fase –para nosotros, pecadores, siempre nueva- del hallazgo de Dios. Pero sólo la primera. El servicio a la criatura, regresando al mundo enviado por Dios, podría ser la segunda fase. Pero todavía hay otra: encontrar en Dios la criatura misma en su naturaleza propia e independencia; encontrarla en medio de la inexorabilidad celosamente llameante del ser divino, todo en todas las cosas; encontrar todavía esta criatura allá dentro en el centro, encontrar lo pequeño en lo grande, lo limitado en lo ilimitado, la criatura (¡ella misma!) en el Creador: esta es la tercera y suprema fase de nuestra relación con Dios. En ella nosotros, que hemos partido desde el mundo hacia Dios, volvemos con Él en su salida al mundo; y estamos lo más cerca posible de Él, donde Él está lo más lejos posible de sí mismo: en su verdadero amor al mundo; porque, si Dios es el amor, estaremos lo más cerca posible de Él, donde Él se encuentra lo más lejos posible: en cuanto Amor enamorado del mundo.
Karl Rahner, SJ
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