Pelléas et Mélisande es una ópera muy diferente a todas las conocidas, diferencias que llamaron mucho la atención cuando se compuso, entre 1897 y 1900, y que en su estreno suscitó la oposición furibunda de gran parte de la crítica y del público que no supieron entender la audacia del compositor francés.
Conozco algunos fanáticos del bel cantismo que consideran que el Pelléas es una ópera lenta, aburrida, sin arias, sin números de conjunto y, sobre todo, sin alardes cánoros de la soprano. A mí es una ópera que me conmueve hasta los huesos, precisamente por su contención. Durante toda la obra, los personajes se van deslizando inevitablemente hacia su trágico destino y lo hacen entrelazando lo real y lo simbólico de una manera casi hipnótica, quedamente. Es una ópera que se canta desde lo más hondo, que hay que interiorizar una barbaridad y en la que los profundos silencios son un protagonista más. Arrastra fama de difícil porque es muy poco convencional, sólo en la escena de la muerte de Pelléas se pueden encontrar elementos tradicionales del arte lírico.
A propósito de la contención musical que impera en toda la ópera se cuenta una anécdota de Richard Strauss quien, después de asistir a una representación, comentó que había tenido la sensación de estar asistiendo a un ensayo en el que los cantantes se estaban reservando para el estreno. No es extraño ya el propio compositor afirmó que en el quinto acto, el de la muerte de Mélisande, la voz de la soprano 'era la voz secretamente oída, con esa dulzura desvanecida, ese arte tan cautivador...'
Otra de las particularidades de esta ópera es la forma de cantar, casi declamando. Un modo de cantar que tiene clarísimas influencias de la escuela rusa y más concretamente del Boris Godunov de Mussorgsky, cuya partitura era conocida por Debussy. No hay que olvidar que esta modalidad de canto es una de las contribuciones más importante de los compositores rusos al arte lírico.
Finalmente, la ópera se mueve en la más absoluta ambigüedad, tanto de tiempo como de espacio y también en la definición de los personajes. La escena transcurre en un reino imaginario, sin ubicación geográfica, nada se nos aclara del tiempo en que ésta ocurre, sólo se afirma que es en una época muy lejana. Los personajes tampoco están perfectamente definidos y esta ambigüedad se traduce en un lenguaje musical de una genialidad muy poco común porque hasta Debussy, los grandes compositores de ópera utilizaban recursos musicales para dibujar y definir sus personajes, pero en el Pelléas nada de esto ocurre porque Debussy dejó los personajes a la voluntad de quien los interpretase así que en esta ópera el trabajo de los actores-cantantes es verdaderamente considerable.
La única ópera de Debussy que cuando se compuso fue una revolución en las técnicas de expresión sonora, sigue siendo una novedosa propuesta estética apoyada en una partitura genial.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario