A los 16 años viajé por primera vez a los Estados Unidos de América para pasar un verano en Providence, en el Estado de Rhode Island. Un sitio que ni tan siquiera sabía donde estaba en el mapa y al que no me hizo ninguna gracia ir porque, naturalmente, hubiese preferido Nueva York, San Francisco o Los Ángeles. Desde los 7 años, yo había pasado todos los meses de julio en Malta, destino muy poco frecuentado por los españoles en los años 70 y que mis padres consideraron el sitio ideal para que aprendiese inglés, en lugar de perder el tiempo en Irlanda, así que no era raro que prefiriese algo más animado pero cuando llegué a a la patria chica de Lovecraft, con sus rascacielos y sus canales, aquello me pareció Chicago. Y lo cierto es que me lo pasé estupendamente.
Rhode Island tiene muchos sitios pintorescos pero el más famoso de todos ellos es Newport, con su Salón de la Fama del Tenis, uno de esos locales temáticos, y generalmente horrorosos, a los que tan aficionados son los norteamericanos, aunque a éste no le falta la distinción de Nueva Inglaterra. Y allí está, desde finales del siglo XIX, el faro de Castell Hill, pequeñito y coqueto, con espectaculares vistas sobre la bahía y sobre los centenares de barcos que la transitan, a cual más bonito.
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5 comentarios:
Que no supieras dónde estaba Rhode Island con 16 años y que nos lo cuentes hoy tiene un efecto que seguro que no habías considerado ni entonces ni ahora, y es que yo me entere con 47...
A mí me gustaría conocer esos sitios de EEUU que están fuera de los circuitos habituales. Lo más exótico que conozco es Atlanta (un sitio al que, aparte de los directivos de la Coca-cola, supongo que no va nadie).
Muy bonito el faro, me gusta mucho.
Bueno, Atlanta tiene que ser un sitio apasionante. Al menos lo fue para Scarlet O'Hara.
Conozco algo de 'ese inmenso pais que hay entre Nueva York y Los Ángeles' (lo escuché el otro día en un programa de TV y me encantó la definición) y es muy interesante y en según que sitios, precioso.
Toda Nueva Inglaterra en un sitio precioso y recuerdo con mucha simpatía el fin de semana de Acción de Gracias que pasé en un poblachón perdido de Montana, cuando vivía en Los Ángeles. Eso sí que fue toda una experiencia.
Un poblachón perdido de Montana... Suena de lo más chic.
Sigo echando en falta los faros mas chic de toda la costa este.
Un día de éstos, Elena, pero no están exactamente en la costa este sino frente a ella.
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