Ayer por tarde, mientras esperaba unos datos para elaborar un informe que en realidad no es un informe pero dejemoslo así para no entrar en muchos detalles, le daba vueltas a la cabeza sobre los últimos acontecimientos que nos asedian y pensaba que así como César tenía que guardarse de los Idus de marzo, y no lo consiguió, nosotros estamos pasándolas canutas para sobrevivir a abril, el mes más cruel. Y a ver quien me dice ahora que Eliot no tenía razón.Entre la prima de riesgo que nos ha convertido a todos en unos primos, eso sí, expertos todos en mercados fianancieros internacionales; el desplome de la Bolsa, las escopetas del calibre 30, los elefantes de Bostwana - ¿A nadie en Zarzuela se le ocurrió regalarle al Rey el libro de Lakoff?- y la inefable Cristina, emperatriz de la Pampa, nos están dando un mes que para qué queremos más. Dan ganas de tomar las uvas el día 30 y cambiar de calendario.
De todo ello, a tenor del revuelo que se ha organizado, lo que más ha alterado a la opinión publicada es el asunto de los elefantes, tanto que el Rey ha tenido que pedir disculpas a la puerta de la habitación del hospital en el que ha estado ingresado, unas disculpas que dicen que lo engrandecen y que a mí me han dado una pena horrible. Me explico, es duro ver al Rey pidiendo perdón y excusándose con cara compungida, mientras hay una legión de golfos de toda laya sueltos que después de tropelías sin cuento no sólo no han pedido disculpa alguna sino que se permiten el lujo de dar lecciones de honradez desde tribunas públicas. Desde los corruptos de cualquier signo, políticos o no, hasta los gobernantes que han dejado a España en la ruina y que ni han pedido disculpas ni van a responder de ninguna manera de sus muchos desafueros. Y no quiero señalar porque son tantos que me faltan dedos.
Todos ellos han encontrado en el error mayúsculo del Rey, que nunca debió haber ido a esa cacería al igual que nunca debió permitir otras cosas en su Casa y en su Familia, la coartada perfecta para ir de santos y puros y deben estar ya muy tranquilos después de ver al Rey asumir sus culpas. Vamos que después de crucificarlo, lo han convertido en su redentor y para seguir con las referencias evangélicas, a continuación se han lavado todos las manos. Lo dicho, me da mucha pena.
6 comentarios:
No digo que te falte razón cuando dices que el rey pide perdón y los políticos se van de rositas e impunes, salvo escasas excepciones con flagrantes delitos, pero soy muy crítica con los modos de la familia real. No creo que no supiesen nada sobre los negocios de Urdangarín y sólo han reaccionado cuando el asunto ya estaba en el juzgado. No me parece que lleven la vida ejemplar que deberían y que es una de sus obligaciones.
Un 36, T. El calibre es un 36;-)
Me encantan estos post "autobús" que haces. De hecho, alguna vez he intentado imitarlos (y me salen fatal).
Lo de tomar las uvas el 30 es muy buena idea y te la acabo de robar.
Y tienes mucha razón en lo del rey, lo suscribo. Ahora dicen que ha dado ejemplo pidiendo perdón. Da igual: no lo seguirá nadie.
(4ª intentona con los códigos esos!)
Yo sólo me meto en la vida privada del Rey en la medida en la que afecta a sus deberes constitucionales, Lour.
Gracias por la aclaración, Ana. No entiendo mucho ni de calibres ni de escopetas.
Gracias por tu comentario, Carmen. Mucho más sabiendo el trabajito que te cuesta dejarlos gracia a los códigos ésos.
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Un Saludo
Gracias por el asesoramiento, lo tendré en cuenta, y gracias por pasarte.
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