Supongo que siempre fue así, un día pensado para aumentar las ventas de los libreros pero hoy he estado en tres macrolibrerías del centro de Madrid, buscando un libro que no encontraba, y me he quedado sorprendida de la cantidad de gente que había en ellas comprando. Tampoco me gusta ir a macrolibrerías pero hoy no tenía otra opción. Y he pensado, bueno, ya tenemos el 23 de abril convertido en otro Día de El Corte Inglés que era como mi padre llamaba al Día del Padre y al Día de la Madre. No es que me moleste, es más, de todos los días dedicados oficialmente a algo que pueblan los calendarios, éste es el único al que le tengo cariño pero últimamente lo noto muy mercantilizado y no me gusta. Sí, ya sé que me diréis que el caso es protestar y no sentirse a gusto con nada y que siempre me quejo de que se lee poco e incluso de que se lee mal pero, qué queréis, hoy he tenido la sensación de que se compraban libros igual que se compran colonias la víspera del primer domingo de mayo; porque toca. Y he sentido un poco de desazón. Y también de nostalgia. Sí, porque he recordado la emoción que me entraba, tal día como hoy, cuando mi padre me llevaba a la Plaza Mayor, la de Madrid, no, otra en provincias, a comprar libros en las mesas adornadas con faldones con la bandera de España. Me los quería llevar todos a casa y el gran problema era decidir porque sólo podía llevarme dos, así que dada mi natural tendencia a la duda aquello podía durar horas, horas que mi padre aguantaba con la paciencia y la serenidad que tuvo toda su vida. Además, ése era un gran acontecimiento porque yo, que tengo 8 hermanos, no compartía ese momento mágico con ninguno de ellos ya que era la única a la que él recogía en el colegio y era entonces cuando íbamos a comprarlos. Después de merodear por las mesas hasta el aburrimiento, ajeno porque yo lo pasaba estupendamente, y decidirme, volvíamos a casa con ellos y empezaba el ritual de enseñarlos a mi madre y a mis hermanos, ponerles mi nombre, todavía no tenía ex-libris ni sabía lo que era eso, y colocarlos en el trozo de la biblioteca de casa que cada hermano teníamos, y aún tenemos, reservado. Y acababa el día feliz y más aún, soñando con todo lo que me quedaba por leer. Sí, probablemente, ya entonces el día 23 de abril tenía una clara motivación comercial pero para mí era el día en que mi padre me llevaba a mí sola a comprar libros.lunes, 23 de abril de 2012
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12 comentarios:
Qué bonito, T.
Tengo entendido que venden como rosquillas en estos días. Y en Feria, en esos días que, por cierto, siempre llueve, no falla: es poner la feria en El Retiro y, hala, todas las nubes de golpe.
Huy, mucho más cómodo así, ¡Dónde va a parar!
Mira, mira, facilísimo ahora. Fíjate qué bien, cómo te comento. Mira, mira.
Ahora en serio, es que era ver (o no ver) las letrujas esas y empezar a tener escalofríos. Muchas gracias.
Lo he arreglado gracias a Tomae. Gracias, Carmen.
Me sumo al agradecimiento por quitar la tortura del control de las letras y me sumo también a Carmen en lo de que el post es muy bonito. Me ha gustado que lo hayas escrito sin puntos y aparte porque es así como hablas cuando te lanzas a contar algo.
No me había fijado en lo de la falta de puntos y aparte. Buena observación.
¿Tu crees que hablo sin puntos y aparte, Lour? ¡Si me cuesta muchísimo soltar parrafadas!
(Eso sí, reconozco que lo de no poner puntos y aparte es intencionado y no casualidad).
Pero cuando te embalas las sueltas del tirón.
Eso también es verdad.
Querida T, yo también estuve ese día en una Plaza Mayor de provincias que usted conoce, con mi pequeña de "casinueve" y el mayor de "yatengoquince". La casa está llena de libros, y la mayoría tienen detrás una historia que aparece por sorpresa cada vez que los dedos acarician el lomo... Pero aún así no fallamos ningún año a ese ritual de buscar entre las mesas apretujadas, bajo los soportales porque esta vez llovió, algún libro que luego abrir y oler en casa, y hojear, y el mío-es-mejor-que-el-tuyo...
Espero que ellos, como usted, recuerden algún día la ilusión con la que los llevaba de la mano...
También en mi mesa del estudio siguen los libros de fotografía que compré a una entrañable artista, que descubrí de la mano de los versos de Valente que usted dejó escritos un día... Son un refugio de la belleza que siempre le agradeceré.
Me ha alegrado mucho volver a visitarla, créame si le digo que no la he olvidado...
¡Qué alegría leerle de nuevo, Almach! Me gusta mucho lo que me cuenta y estoy segura de que 'casinueve' y 'yatengoquince' recordarán siempre esos momentos con tanto cariño como usted los cuenta.
¡Y qué decir de Valente! Tenía intención de traerlo por aquí un día de éstos y usted me ha dado la excusa perfecta para hacerlo cuanto antes.
No tarde tanto tiempo en volver a pasar por aquí y dele recuerdos a la plaza más bonita del mundo. (Estuve en noviembre y es que me acordé de usted).
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